Yo soy la que siempre llega

Mírame.
No apartes la vista.
Soy la que siempre llega,
aunque me niegues en tus rezos silenciosos.

Mientras tiemblas por mi nombre,
la vida se te va desangrando entre los dedos.
Te consumes en prisas, en culpas, en vacíos,
y olvidas abrazar lo que aún late.

Tu risa… la guardas.
Tus lágrimas… las ocultas.
Tus “te quiero”… los callas,
como si los corazones esperaran eternamente.

No soy monstruo,
soy el final que todos comparten.
Soy el beso que no se devuelve,
soy la última puerta que nadie puede cerrar.

¿Quieres temerme? Hazlo.
Pero entiende algo:
no soy yo quien te arrebata la vida…
eres tú, cada vez que no la vives,
cada vez que no amas a quienes aún respiran a tu lado.

Un día vendrás conmigo.
Y cuando lo hagas,
quiero que tus manos no estén vacías.